miércoles, 26 de agosto de 2009

El Concepto de Cultura

Giraldéz Andrea
La competencia cultural y artística
Alianza Editorial, págs. 33-35

La noción de Cultura es ciertamente vaga y confusa. En un sentido sociológico amplio, puede entenderse como el conjunto de formas de vida y expresiones de una sociedad determinada que incluiría -los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad- (Tylor, 1871) También puede entenderse como todo aquello que el hombre ha sumado a la naturaleza, es decir, todas las creaciones humanas que se manifiestan en las obras de arte, las comidas, las vestimentas, las construcciones arquitectónicas, etc. En otras palabras, la cultura puede definirse como el conjunto de razgos distintivos y de creaciones que caracterizan a una sociedad o grupo social. Desde este punto de vista, su importancia radica en que a través de ella el ser humano puede expresarse y tomar conciencia de sí mismo, ya que, como se afirma en la =Declaración de México sobre políticas culturales= de la UNESCO (1982):

{...} la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.

Etimológicamente, la palabra cultura proviene del latín cultura, que significa -cultivar-. En español, según Corominas (1991), la palabra cultura está documentada desde 1515 y, aunque no lo dice expresamente, es de suponer que significaba -cultivo de la tierra-. Con el tiempo, este significado ligado a la tierra y al mundo doméstico se fué desplazando a otro tipo de cultivos y, por extensión, se comenzó a utilizar metafóricamente asociada al cultivo del espíritu humano, de las facultades intelectuales del individuo, de la conciencia racional en sus variantes científica y tecnológica, y especialmente al desarrollo de las artes. En esta acepción, que proviene de la concepción humanística decimonónica de la cultura y que aún hoy se conserva en el lenguaje común, el término se identifica con erudición, de modo tal que una persona -culta- es aquella que posee conocimientos en los más diversos ámbitos del saber o se usa para dar a entender que las personas conocedoras de las -bellas- artes, la música -seria- y la -gran- literatura son -cultas-, asumiendo que habría distintas categorías que nos llevarían hasta los -incultos- o carentes de cultura.

Sin embargo, si atendemos a algunas de las definiciones del término en las corrientes teóricas de la sociología y la antropología contemporáneas, comprobamos que la cultura se entiende en un sentido más amplio y vinculado a lo social que, incluyendo a las artes y las ciencias, no se limita a ellas, lo que nos lleva a definirla como el conjunto de valores que comparten los miembros de una sociedad, las normas que pactan y los bienes materiales que producen, ya sean estos artísticos, científicos, económicos o de cualquier otra índole (Giddens, 1989), Desde esta perspectiva podemos afirmar que la cultura no es, entonces, algo que se tiene o de lo que se carece, sino que es una producción colectiva, y esa producción constituye un universo de significados que se transmite y transforma d generación en generación. En este sentido, el término denota una idea mucho más respetuosa para con lo seres humanos, ya que elimina la distinción entre personas -cultas- e -incultas- heredada del romanticismo y la discriminación de pueblos considerados (especialmente desde el llamado primer mundo) inferiores, solo por el hecho de tener una cultura diferente.

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